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ECONOMIA Y VARIOS-RECOPILACIÓN

LUIS PORTILLO PONE MAS LADRILLOS EN LA BANCA

LUIS PORTILLO PONE MAS LADRILLOS EN LA BANCA
Este empresario sevillano ha saltado al estrellato tras hacerse con Inmocaral y desvelarse sus participaciones en los dos primeros bancos españoles. No obstante, Portillo sigue siendo un gran desconocido dueño de una auténtica maraña empresarial. ¿Dónde y cómo ha surgido? ¿Qué pretende al invertir en BBVA y Santander?
Por Javier Rubio y Mª Luisa Atarés (Sevilla/ Madrid)

Ultimamente, empresarios inmobiliarios y de la construcción han dado que hablar por sus intereses en el sector financiero. Hace ahora un año, el murciano Luis del Rivero, presidente de la constructora Sacyr Vallehermoso, estaba en boca de muchos por su intento (frustrado) de convertirse en el primer accionista del BBVA. Hoy es el empresario sevillano Luis Manuel Portillo, impulsor y dueño de una auténtica maraña de sociedades inmobiliarias y de inversión -además de accionista cualificado de BBVA y Santander- el que ha saltado a la palestra.

Su nombre empezó a sonar ligado a su entrada en Metrovacesa -Portillo controla un 5,6% de esa compañía y ocupa un puesto en su consejo-, pero su salto a la fama llegó a finales de este verano con su OPA sobre el 100% de la cotizada Inmocaral. El éxito de la operación, que lo hace socio de Koplowitz y Del Pino, ha dinamitado su confirmada discreción y su gusto por mantenerse en la sombra. El anonimato de Luis Manuel Portillo corre peligro.

Se siguen sus movimientos y, más aún, sus inversiones. «Ahora está vendiendo parte de sus acciones del Santander y aumentando su paquete del BBVA», comentan en el sector. Porque este empresario sevillano no acaba de aterrizar en el capital de los dos grandes bancos. De hecho, lleva años con esas inversiones, comprando un poco del uno o del otro, según vayan los mercados.

No es fácil conocer los objetivos empresariales y financieros de Luis Portillo. Así, se sabe, porque lo ha dicho, que lo que pretende en Inmocaral es «mejorar su posición en el sector y su estructura corporativa» para convertirla en uno de los primeros grupos inmobiliarios cotizados. Lo que haya detrás de sus movimientos en BBVA y Santander es un misterio quizá tan sencillo de resolver como lo es buscar la mayor rentabilidad de una cartera de inversiones.En cuanto a su posición en Metrovacesa, parece que Portillo podría desvincularse en breve de la mayor inmobiliaria española una vez investido vicepresidente y consejero delegado de Inmocaral.«Nosotros no vemos incompatibilidad», ha dicho el presidente de Metrovacesa, Joaquín Rivero. Pero Portillo debe ver alguna ya que abordará este tema en el Consejo de Administración de Metrovacesa del 13 de diciembre próximo.

Lo único que ha arruinado en su fulgurante trayectoria este empresario sevillano, el nuevo rey Midas de la construcción en España, es la imagen del señorito andaluz hasta hacerla trizas. De hecho, el dueño de Inmocaral tras llegar a buen puerto la OPA lanzada desde Expo-An, huye del foco mediático hasta el punto de que ni su propia empresa dispone de una biografía oficial de su presidente.

Luis Manuel Portillo Muñoz cultiva afanosamente el misterio en torno a su persona acabando así con la proyección pública y el relumbrón social que ha acompañado a toda una generación de empresarios andaluces, gustosos de fotografiarse en El Rocío, enganchando en la Feria de Sevilla o al frente de las más variadas iniciativas sociales.

Quienes lo conocen de cerca no dudan en afirmar que su salto al estrellato tras la toma de control de Inmocaral y la revelación de sus cuantiosas participaciones accionariales en los dos primeros bancos del país no le debe de agradar lo más mínimo. Tal es su obsesión por preservar su figura y sus empresas de las miradas indiscretas hasta el punto de que hubiera pasado por un perfecto desconocido hasta hace menos de 15 días. Ni siquiera las exigencias de transparencia de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, con la entrada primero en Metrovacesa, le han hecho variar su actitud de recelo absoluto. De hecho, su participación antes del verano en una jornada sobre construcción en un lujoso hotel de la capital andaluza se tiene como su primera aparición pública a pesar de que él mismo le atribuye a Expo-An -su empresa de cabecera hasta el aterrizaje en Inmocaral- una larga trayectoria de 30 años en el sector.

Sus orígenes, como los de su empresa, se pierden en la misma nebulosa de partida: una modesta compañía familiar de construcción que su padre, maestro albañil, había levantado en su pueblo natal de Dos Hermanas, la principal ciudad dormitorio de Sevilla. Fue, sin embargo, ya bajo su dirección cuando comenzó el despegue datado a primeros de los años 80 del pasado siglo que le ha llevado hasta encumbrarlo a las alturas.

Al principio, de forma muy modesta construyendo pequeñas promociones de varias casas unifamiliares en Dos Hermanas, convertida durante todo este tiempo en la principal fuente de la que se ha nutrido el grupo.

Pese a la fortuna que se le puede calcular sólo en acciones, Portillo sigue viviendo en la misma casa familiar de La Motilla, una barriada nazarena, convenientemente remozada aunque sin descollar en exceso del resto de chalés de la zona. Justamente otra de las claves de su personalidad que puede explicar su éxito en los negocios: una austeridad «hasta el extremo de llamar la atención» que sólo se permite romper con el mismo modelo de Austin Martin que James Bond conducía en la película Muere otro día.

Fuentes del sector inmobiliario le reconocen una gran capacidad para negociar al máximo las condiciones de una promoción inmobiliaria, optimizando márgenes comerciales hasta el doble de lo que es usual en el mundo de la promoción. Esa ha sido una de las claves de su imparable ascenso económico y, en paralelo, de la reserva cuando no abierta aversión que le profesan muchos competidores y no pocas de las constructoras con las que ha trabajado.

En el camino, por supuesto, se han quedado varios socios con los que rompió para volar en solitario, acaso el rasgo más definitorio de su perfil biográfico.

Luis Portillo está prácticamente solo en el puente de mando de sus empresas. No tiene un segundo de a bordo aunque se ha rodeado de gente «muy buena y muy oscura» a decir de alguien que lo conoce, que advierte en su carácter grandes dosis de ambición.

En Inmocaral, nada más aterrizar, ha nombrado consejera a su mujer, María Jesús Valero Pérez, en representación de Desarrollo Empresarial Quetro, una sociedad limitada unipersonal. La misma figura societaria de Inversiones Empresariales Tersina en cuyo nombre se sienta él mismo como vicepresidente del consejo de administración.

No es casualidad. Los apellidos de ambos están sincopados en Portival (Portillo-Valero), otra de las cabeceras del grupo.En otras, en cambio, no hay rastro visible, como Rocaria. Expo-An, con la que ha venido actuando en los últimos años, es sólo la más activa públicamente en la maraña de instrumentales que constituyen un entramado empresarial muy bien pensado que culmina, por el momento, con la aportación de 565,7 millones de euros en activos a la cartera de Inmocaral.

«No es un especulador, ni mucho menos. Sigue las reglas del mercado y lleva un control fiscal muy estricto, todo legal y a la vista», comentan desde la competencia con un punto de envidia. Entonces, ¿dónde está la clave de su éxito? Todas las fuentes consultadas apuntan en la misma dirección: a finales de los 80 confluyeron los intereses bien reconocibles del Ayuntamiento de Dos Hermanas, con su alcalde socialista, Francisco Toscano, al frente, y de la caja de ahorros El Monte, presidida entonces por el socialista Isidoro Beneroso y con Juan Pedro Alvarez como director general.

El municipio, hoy el más saneado de entre la quincena con más de 100.000 habitantes de Andalucía, vio en el desarrollo urbanístico una oportunidad única para superar el estancamiento de la producción de aceituna de mesa que había sido la base de su economía agroindustrial.Por su parte, la caja de ahorros precisaba abordar nuevos negocios ante la evidente caída de los márgenes.

En medio de ese cruce de caminos estaba Luis Portillo, constructor asentado en la plaza y bien conectado con unos y con otros a través de socios comunes que le llevaron hasta donde estaba el dinero. Fue el hombre idóneo que estaba en el momento oportuno en el sitio justo y ahí comenzó su imparable ascenso y también los rumores y las maledicencias.

En los meses previos a la Exposición Universal de 1992, Portillo ha confesado alguna vez de sí mismo que era un hombre que no podía enfermar: prácticamente todas las grandes constructoras nacionales que habían obtenido los concursos acudían a su empresa para subcontratarla. El entonces delegado del Gobierno en Andalucía, Alfonso Garrido Avila, llegaba a bromear con él puesto que en su mano estaba cumplir con los plazos. Se cumplieron, claro está, y Portillo subió otro peldaño más en la consideración de empresario solvente y de garantías en quien se podía confiar.

Además, su imagen cotizó al alza cuando trasladó las oficinas centrales de Expo-An al palacete regionalista de Aníbal González (el arquitecto de la Plaza de España) en la avenida de la Palmera que el BBV acababa de desalojar tras su fusión con Argentaria.

En Sevilla, la mayor proyección pública de Luis Portillo le viene de la condición de propietario del colegio privado Alminar, enclavado también en La Motilla donde se sitúa su centro vital y empresarial.El colegio es también un buen ejemplo de su manera de proceder en el mundo de los negocios. A finales de los 80, compró las participaciones de sus socios hasta quedarse como único dueño; quienes le discutieron dentro del claustro de profesores acabaron saliendo del centro; e impulsó una concentración vertical (líneas de autobús, comedor, colonias de verano, escuela de música, museo interactivo de la energía en el antiguo pabellón de Hungría de la Expo) sin dejar margen alguno a la contratación externa muy similar a la que ha conseguido en el sector de la construcción.Y no es sólo un capricho, sino que es acaso el exponente más aquilatado de una diversificación estratégica que le ha llevado a entrar en el sector de la energía solar y del medio ambiente, por ejemplo, donde opera a través de la filial Atymsa Nuevas Tecnologías.

Su entrada como accionista cualificado de los dos grandes bancos españoles, BBVA y Santander, la explican las mismas fuentes como la consecuencia lógica de las operaciones financieras que le han reportado el capital necesario para acometer las grandes empresas en que se ha visto inmerso en los últimos años. Portillo controla grandes paquetes, pero no se va a mostrar hostil en ningún momento al consejo de administración. Cualquiera en su posición también lo habría hecho. Más, si de lo que se trata es de demostrarle a todo el mundo lo alto que se puede llegar desde la humilde cuna de un pueblo a la vera de Sevilla.

 




EL TIRON INVERSOR DE LAS CONSTRUCTORAS

La historia empresarial de Luis Portillo y sus intereses inversores se suma a la cadena de operaciones protagonizadas por los mayores constructores de este país. Desde el asalto de Luis del Rivero al BBVA de hace un año, hasta la entrada de ACS, de la mano de Florentino Pérez, en la eléctrica Unión Fenosa.

El frustrado intento de Rivero en el mundo bancario no ha impedido que Sacyr Vallehermoso sea una de las empresas con mayor revalorización en los mercados (un 77% a 2 de diciembre) de este año. De hecho, parece que los accionistas hayan premiado el fracaso de Rivero o el que el grupo siga centrado en sus negocios habituales y se deje de aventuras en sectores ajenos.

Otro cantar es la apuesta por entrar en Unión Fenosa, que no ha hecho más que empezar. Al pactar con Botín y hacerse con el paquete del Santander (22%), Florentino le ganó la partida a Amancio Ortega y a quienes intentaban que la eléctrica se quedara en manos gallegas. Pero tendrá que vérselas con rivales de la talla del grupo Acciona, que ha lanzado una oferta formal por Fenosa, y con el presidente de la inmobiliaria Fadesa, Manuel Jove, que se ha hecho un hueco entre los principales socios de la compañía al adquirir un 3,8% del capital de la eléctrica, lo que le convierte en su quinto accionista y el primero a título individual.

Está claro que, cada vez más a menudo, los intereses de constructores e inmobiliarios se salen fuera de sus negocios típicos.

 

http://www.elmundo.es/suplementos/nuevaeconomia/2005/303/1133650811.html

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