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ECONOMIA Y VARIOS-RECOPILACIÓN

Septiembre.desaladoras.com

Septiembre.desaladoras.com CARLOS DE AGUILERA

Es desagradable decir que los políticos de la Comunidad Valenciana, tanto los populares como los socialistas, amén de los específicos nacionalistas que barzean de un lado al otro sin saber a qué atenerse, están dando muestras de escasa consistencia institucional. Unos están divididos, otros están a la expectativa y todos esperando algo que les ponga en claro lo que ellos mismos están buscando. Las nubes vienen desde Madrid con el PP y desde Cataluña con el tripartito. El problema de fondo es de estructura funcional, en la cual nadie parece estar de acuerdo. El turismo ha dado un aviso a la baja si hay que creer a los turisteros, pero sigue en alza si hay que creer a los políticos. La ministra Narbona ha destapado el tarro de las esencias de tufo partidista, basada en su logro suprimir el trasvase del Ebro, hecho que ha causado la profunda inmersión de los populares en los abismos de la indefensión, etcétera.Pero el hecho concreto es algo de lo que no se quiere hablar porque existe la posibilidad de que las cañas se vuelvan lanzas. En el asunto de las desaladoras se están cruzando las mayores sinsorgadas, lo mismo por unos que por otros. Los ecólogos _si es que alguien quiere escucharnos o comentarnos_ no tenemos ni regadíos, ni industrias, ni turismo en ciernes, sólo tenemos elementos de juicio, que por fortuna están bien contrastados. Los populares exhiben clamorosamente una carta de Borrell en la que apuesta por las desaladoras, pero si se lee la carta atentamente, se ve que dice que sólo se llegará al caso si «los factores ambientales lo impiden». Lo curioso es que nadie menciona este punto. Y este punto es precisamente _el de los valores ambientales_ es el que nadie menciona, todos pasan de ascuas sobre él, como si no hubiera existido, como si los informes de tres de las cuatro agencias europeas encargadas de dar su opinión sobre el trasvase del Ebro hubieran dado su conformidad, lo cual no es cierto en absoluto. Basarse en falacias _y en este caso en falsificaciones de ideas y noticias_ no es sino engordar la demagogia. La ministra anterior del PP inauguró la desaladora de Alicante con gran beneplácito de su partido, algo que se demoniza ahora. Sin entrar en problemas de costes _les juro a ustedes que sé de buena tinta que no hay ni un solo estudio decente acerca de lo que va a costar desalar el agua, y si no me creen, pregunten en el Ministerio_ se lanzan unos y otros a calcular los kilómetros de cable que va a costar la energía para mover las desaladoras cuando ni siquiera se sabe dónde van a estar. Todo son ideas, propuestas, globos sonda y manifestaciones de alharacas, tomando a la ciudadanía por una partida de subnormales en donde un conseller _o un político contrario_ afirma unas rotundidades evangélicas con la pretensión de que todo el mundo se lo va a creer. Los palos de ciego son impresionantes. Por un lado se anuncian planes eólicos de auténticos destrozos de los paisajes valencianos. Por ese mismo lado _y por ese mismo conseller_ se aconsejan una serie de actuaciones para conservar paisajes. Por un lado se acusa los gobiernos del PP de destruir la costa y por otro se echa la culpa de ello a los socialistas que no supieron embridar _desde los tiempos de Lerma_ el aviso de la descolocación de la Comunidad como esencia turística mediterránea de cierta enjundia para que no cayera en el adocenamiento y en la cutrería actual.
Ya estamos en septiembre, donde prometí a ustedes hablar de las desaladoras, cuando tuviere más información _desde luego, sin demagogia_ pero diciendo bien claro que si el problema del Levante _y aun del turismo_ es el abastecimiento de agua, el mismo Plan Hidrológico afirmaba que no se trasvasaría de mayo a octubre (¿nadie lo recuerda?), cuando es precisamente cuando el turismo y la agricultura precisan más aguas. Entonces se pensó que se harían grandes embalses _Monóvar y otros_ para tener agua de reserva. Como esto ya no se va a hacer _vuelvo a repetir que Bruselas no está por la labor, y si no, vean lo del Júcar, que tiene otro problema gordo encima_ es preciso pensar _sólo pensar, no afirmar rotundamente_ que de algún sitio tiene que llegar el agua. La rabieta del Ebro ya se ha pasado y no volverá, de modo que será preciso dejarse de demagogias y alertar a los pueblos diciendo que el agua del mar _desalada_ no va a poder llegar a Villena, por ejemplo. Naturalmente que no, ni nunca se pensó así. Y se merecen una buena repula los que tratan de engañar a la opinión pública. El porcentaje de agua desalada _cuando la consigan_ sólo servirá para el abastecimiento de los pueblos costeros. Ni siquiera se ha calculado _lo sé también de buena tinta_ hasta dónde puede llegar el agua sin que sea demasiado costoso y aún así no llegaría sino hasta quienes pudieran pagarla, pues aquí entra de ello el tema turístico. Si quieren, que haya golf en una distancia de diez kilómetros de al costa. Pero que se pague. Y el resto, si sobra, para los pequeños regadíos costeros. El resto ha de venir de eso que tanto llena la boca de los políticos, que según ellos somos los mejores del mundo en aprovechamiento del agua. Reducir regadíos obsoletos, arreglar tuberías y conducciones, ahorrar agua, ponerle un coste adecuado. Y sobre todo, poner en práctica lo ordenado (ya veremos si se cumple) acerca de que cualquier idea de urbanización _y las hay a centenares_ ha de llevar la seguridad _no un simple papel autorizativo_ de que al correspondiente Confederación Hidrográfica garantice _si es necesario, se pedirá ante notario_ de que, en efecto, existe el caudal suficiente de agua para construir y abastecer un nuevo núcleo de población. Si esto no se pone en serio, sobran todas las chundaratas de los políticos. No se puede seguir estando gobernados por empresarios que practican la idea de la permuta de terrenos por edificación en altura saltándose las leyes (Atrium por ejemplo), ni de logreros que amparados en leyes absurdas están tratando de destruir lo poco que queda de nuestro bello país. El tema de las desaladoras sólo es una punta de lanza del tremendo despiste que hay en este gobierno valenciano. Que nadie piense que esto es el desahogo de un ecólogo. Sino la constatación de algo que hemos aprendido todos los que estamos en la defensa de los valores naturales, y que no es otra cosa que la constatación de los hechos reales.

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